sábado, 25 de agosto de 2018

LA MISIÓN EN LA PERIFERIA URBANA DE CARACAS

En Venezuela los misioneros de la Consolata trabajan con la Pastoral Afro, la Pastoral Indígena y en las periferias urbanas y existenciales, entre otros servicios. El padre tanzaniano, Rodrick Tumaini Minja es párroco de la parroquia San Joaquín y Santa Ana en Carapita, periferia de Caracas. El misionero que está en el país hace nueve años habla sobre los desafíos pastorales en un país en crisis.
15 INMD 1 Animadores de las pastorales en la asamblea parroquial
El territorio de cobertura de la Parroquia cuenta con una población de 100.000 personas. P. Rodrick destaca la generosidad y la alegría de la gente en compartir lo poco que tiene.
15 INMD 1 Sopa en la Parroquia de Carapita Caracas
15 INMD 1 Distribuicion de sopa en la Parroquia de Carapita periferia de Caracas
Ante el hambre que afecta a la población, las pastorales sociales ofrecen los domingos el almuerzo para los más necesitados. En el marco de las periferias existenciales, P. Rodrick da asistencia también en una obra de recuperación de dependientes químicos, una iniciativa de la Conferencia de Religiosos en Venezuela.
15 INMD 1 P Rodrick en la asemblea pastoral de la Parroquia de Carapita
En Venezuela actualmente trabajan 12 misioneros de la Consolata. Ellos evangelizan en la Diócesis de Guarenas (Panaquire, El Clavo, Tapipa), en la Arquidiócesis de Barquisimeto, con un Centro de Animación Misionera, en el Vicariato de Tucupita entre los indígenas Warao (Tucupita y Nabasanuka), y en Caracas, sede de la Delegación, con el seminario Propedéutico y Filosófico y la Parroquia de Carapita, en la periferia.
15 INMD 1 P Rodick

POR: Jaime C. Patias IMC

miércoles, 22 de agosto de 2018

JUVENTUD AMAZÓNICA: CUSTODIOS DE LA CASA COMÚN

Se realizó en Puerto Leguízamo, Putumayo, la I Jornada Amazónica de la Juventud (JAJ) con la participación de 122 jóvenes del Vicariato de Puerto Leguízamo-Solano, de la tríplice frontera y delegados de la Diócesis de Florencia, bajo el lema:  ¡Joven, no temas, atrévete a ser custodio de la Casa Común!



ENCUENTRO, FORMACIÓN E INTEGRACIÓN

“La dinámica de la Jornada Amazónica de la Juventud realizada del 18 al 20 de agosto fue responder al objetivo que se había propuesto de generar espacios de encuentro, mística, integración,formación, integración y alegría”, explicó el P. Oscar Medina, delegado de la Pastoral Juvenil del Vicariato. Detalla diciendo que “para una la mejor integración los jóvenes fueron divididos en grupos, “cada uno identificado con un elemento de la Amazonía, ayudándolos a familiarizarse con elementos propios de la región y con los cuales no se tienen muy en cuenta en la vida cotidiana”.
En el aspecto formativo se desarrolló un concurso bíblico, para enseguida salir por las calles de Puerto Leguízamo a “callejear la fe” (expresión usada por el Papa Francisco invitando los jóvenes a salir a las calles para compartir la fe y la vida con la gente). “Los grupitos de trabajo salieron por las calles de Puerto Leguízamo, algunos pidiéndole a las personas que si querían orar por ellas, otros llevando mensajes de la encíclica Laudato Sí y mensajes bíblicos, y otros salieron contándole a las personas lo que estaban haciendo al callejear la fe”, destaca el sacerdote.
En la parte lúdica los jóvenes realizaron coreografías con canciones amazónicas o ambientales y, en otro momento, recorrieron todo por las calles del pueblo en una “yincana” (juegos lúdicos), desarrollando actividades a través de los elementos de la naturaleza: tierra, fuego, aire y agua, para que reflexionaran la importancia de estos los elementos en la vida cotidiana.


SINTONÍA CON EL SÍNODO PARA LA AMAZONÍA

El sacerdote afirma que uno de los puntos claves del encuentro fue el trabajo colectivo de responder a algunas preguntas del cuestionario sinodal. “ Por grupitos de la Pastoral Juvenil se les dio de a una, dos o tres preguntas y sus respuestas las vamos a presentar como el aporte de nuestros jóvenes al cuestionario pre-sinodal en la Asamblea del sector a realizarse la primera semana de septiembre en Florencia”.
La I Jornada Amazónica de la Juventud se concluyó con un desfile por las calles de Puerto Leguízamo y la Celebración Eucarística presidida por Mons. Joaquín Pinzón. Al concluir la celebración algunos jóvenes dieron testimonio de los encuentros que se están realizando en esta región amazónica y fronteriza, donde confirmaron que quieren ser jóvenes guardianes y custodios de la Casa Común e, invitando toda la humanidad, a hacer el mismo. “en general, fue muy bonito escuchar el compromiso colectivo, y no meramente individual de nuestros jóvenes que se unen también a todo el trabajo de la Iglesia Universal por el cuidado de la Casa Común, comprometidos a ser guardianes”, concluye el P. Oscar Medina.


A nivel de Vicariato se realizarán todavía dos actividades este año: en el mes octubre la Escuela de Liderazgo Juvenil Amazónica y en diciembre la Misión Juvenil por la Amazonía. La expectativa es que la II Jornada Amazónica de la Juventud se realice en Florencia el próximo año, con una delegación juvenil de cada jurisdicción amazónica de este sector:
Puerto Leguízamo-Solano, San Vicente del Caguán, Florencia, Mocoa-Sibundoy, San Miguel de Sucumbíos de Ecuador y San José del Amazonas del Perú.

CONCLUSIONES Y COMPROMISOS DE LA JAJ

Por: Julio Caldeira IMC (Revista Dimensión Misionera)

martes, 21 de agosto de 2018

LA OPCIÓN PASTORAL POR LOS INDÍGENAS WARAO

Uno de los trabajos más significativos de los Misioneros de la Consolata en Venezuela es con los Indígenas Warao. En el Estado Delta Amacuro, región oriental del país, cuatro misioneros viven y trabajan en dos comunidades, en la ciudad de Tucupita (PP. Zachariah Kariuki y Crispine Okello) y en el hábitat tradicional desde la isla de Nabasanuka I (PP. Edgar Chávarro y Juan Carlos Greco). En Venezuela desde 2007, el padre keniano, Zachariah Kariuki, es vicario general en el Vicariato Apostólico de Tucupita. El misionero habla sobre la misión con los Warao, pueblo Indígena que por la crisis en Venezuela también está migrando.
Uno de los desafíos es la formación y capacitación pastoral y misionera. Esta necesitad se siente también en una manera especial con la población Warao que busca vivir el mensaje cristiano sin dejar de ser al mismo tiempo, auténticos indígenas que reconocen y valorizan sus ritos, lenguajes y simbolismos presente en su cultura. 
Actualmente, el Vicariato cuenta con la fuerza evangelizadora de misioneros capuchinos, misioneros de la Consolata, las hermanas terciarias capuchinas, hermanos maristas, los misioneros claretianos, las hermanas de la acción parroquial y un buen número de laicos líderes, catequistas, animadores, y promotores sociales en las distintas comunidades que conforman la iglesia local. Monseñor Ernesto José Romero Ribas es el actual Vicario Apostólico.
Según el último censo, los Warao son el segundo grupo indígena más numeroso de Venezuela después de los Wayuu, distribuidos en los cuatro municipios del delta Amacuro, en Monagas, Sucre y en otras ciudades del país. Desde hace dos años, tenemos también unas cuantas familias ubicadas en Brasil en busca de mejores condiciones de vida.
Para el Censo 2011, de los 163.542 habitantes del territorio deltano, 41.543 se auto-reconocían indígenas, que representa el 25,4% de la población total. La mayor parte de la población se encuentra en los municipios de Antonio Díaz (71%), Pedernales (10,2%), Tucupita (18,1%) y Casacoima (0,7%).

La realidad actual de los Warao

Según los misioneros, el pueblo Warao en actualidad está viviendo cambios drásticos de su estilo de vida tradicional debido a muchos factores. Se diría que está viviendo un cambio de época y al mismo tiempo, época de cambio desde lo cultural, económico, social hasta lo religioso. Hay muchos más profesionales y gente preparada que antes, pero la situación actual del país y la política partidaria no les ha favorecido en el avance y desarrollo como pueblo.


Conozca más sobre la Pastoral Indígena en Tucupita viendo:
Por: P. Jaime C. Patias IMC

viernes, 17 de agosto de 2018

JUVENTUD AMAZÓNICA DE LA FRONTERA SE REUNIRÁ EN PUERTO LEGUÍZAMO


"¡Joven, no temas, atrévete a ser custodio de la Casa Común!" es el lema de la I Jornada Amazónica de la Juventud (JAJ), a realizarse en Puerto Leguízamo (Putumayo), del 18 al 20 de agosto de 2018. Se espera la participación de 120 jóvenes delegados de todo el Vicariato de Puerto Leguízamo-Solano, de la tríplice frontera y delegados de la Diócesis de Florencia.  El objetivo es generar encuentro, mística, integración, retroalimentación y júbilo entre los jóvenes, y sirviendo de base para la Escuela de Liderazgo Juvenil Amazónico y la Misión Juvenil a realizarse en los próximos meses en este espacio amazónico y fronterizo. El P. Oscar Medina, delegado de la Pastoral Juvenil del Vicariato, nos cuenta detalles del encuentro.


P. Óscar, ¿cómo surgió la idea de realizar esta primera Jornada Amazónica de la Juventud?

La Jornada Amazónica que estamos organizando no es el primer encuentro, en realidad es el tercer encuentro trifronterizo que realizado en ese contexto. Este año, inspirados en la Minga, por el camino del Sínodo para la Amazonía, por en el Papa Francisco, que nos ha encargado de la Casa Común a través de la Laudato Sí, y también por el Estado Colombiano que ha reconocido a la Amazonia como un sujeto de derecho, hemos querido transformar ese encuentro en la I Jornada Amazónica de la Juventud. 
El lema “¡Joven, no temas, atrévete a ser custodio de la Casa Común!” está inspirado en la Jornada Mundial de la Juventud a realizarse el año entrante y que tiene el en su lema donde el ángel le dice a María: “no temas, María, tú has a encontrar gracia delante de Dios’’. Nosotros queremos decir a los jóvenes: “joven, no temas, tú has sido escogido por Dios para ser custodio de su Creación y tú vives en esa creación como poblador que eres’’. En este marco hemos pensado, creado y transformado esta reflexión en lo que llamamos JAJ.


¿En qué contexto se realiza este evento?

Esta Jornada Amazónica de la Juventud se ubica dentro de la plataforma de la Pastoral Juvenil de nuestro Vicariato, que está montada sobre cuatro pilares: lo espiritual, lo formativo, desde el encuentro y el compartir la misión. Todo está organizado e inspirado en el contexto amazónico en el que vivimos, y teniendo en cuenta la Minga Amazónica Fronteriza realizada el año pasado en Puerto Leguízamo. La Minga nos ha dado unas directrices a los jóvenes para el trabajo en el territorio como pobladores y cuidadores, con el compromiso “asumir como discípulos misioneros un estilo de vida que concretice en las acciones cotidianas el cuidado y la protección de la Casa Común”. Desde ahí, para los jóvenes que son los pobladores de esta Amazonia queremos llegarles a través de los pilares de la espiritualidad, de la formación, del compartir y de la misión.

¿Qué expectativas tienen para este trabajo juvenil en la Amazonía?

Actualmente, la plataforma de nuestra Pastoral Juvenil ha desarrollado el pilar espiritual, en el mes de julio, desde un retiro espiritual donde hemos invitado a los jóvenes a cuidar de sí mismos, a través de la pedagogía del cuidado: joven, cuídate a ti mismo para que cuides el entorno que te rodea; posteriormente desarrollaremos el otro pilar, el formativo, desde el primer nivel de la Escuela de Liderazgo Juvenil Amazónico a realizarse en octubre, y la misión de los jóvenes de la Amazonía en diciembre.
Este año nos reuniremos, por cuestiones de logística, sólo los jóvenes de nuestro Vicariato y con representantes de la frontera peruana y ecuatoriana, pero nuestro ideal es que un día se reúna a todos los jóvenes de la Amazonia, es decir, a jóvenes de las jurisdicciones cercanas (Puerto Leguízamo-Solano, San Vicente del Caguán, Florencia, Mocoa-Sibundoy, San Miguel de Sucumbíos de Ecuador y San José del Amazonas del Perú), porque todos hacemos parte de esta Amazonia, somos parte de las Iglesias Locales donde hay pastorales juveniles. Esperamos que, entre nosotros, unamos las fuerzas para que un día logremos reunir a todos nuestros jóvenes amazónicos. Este podría ser un paso para que surgiera en este contexto Sinodal un impulso donde el joven se convierta en custodio de la Casa Común.

Por: P. Julio Cadeira (Revista Dimensión Misionera)

jueves, 9 de agosto de 2018

20 AÑOS DEL MARTIRIO DEL P. ALCIDES JIMÉNEZ


Alcides Jiménez Chicangana (1949-1998) 

Sacerdote nacido en un humilde hogar campesino en la Bota Caucana, entregó todo su entusiasmo, alegría y sufrimiento a la región del Bajo Putumayo, teniendo como sede de trabajo Puerto Caicedo.

Su esperanza estaba centrada en que el cambio social que requería el país debería tener como protagonista a un pueblo que define su destino de forma autónoma teniendo como referente el plan de Dios y los principios cristianos.

Para Alcides, la mujer era eje central del desarrollo; era un convencido y promotor a brazo partido del respeto por la naturaleza; el trabajo campesino debería privilegiar la agroecología: protección al suelo, del agua y del aire; producción diversificada; no a la destrucción y, por ello, no a los agroquímicos y a las fumigaciones, no a los monocultivos: la coca, la palma aceitera y otros; no al capitalismo salvaje y a las multinacionales; no a las privatizaciones de lo que es y tiene que ser del pueblo (recursos naturales, agua, tierra, minas). Que los proyectos sean prácticos, sostenibles, apropiados y que apoyen a las comunidades en su camino de autodeterminación.

Alcides era un líder entregado a su gente y con ella un defensor a ultranza de la naturaleza. No soportaba que la gente sencilla fuera ultrajada; era uno con ellos; levantaba su voz ante la injusticia y ante los atropellos. Reclamó en distintas oportunidades a la guerrilla de las FARC que no obligaran, bajo las armas, a los campesinos a cultivar la coca y a realizar marchas en defensa de tales cultivos. Condenó también que ese grupo guerrillero reclutara a la fuerza a jóvenes campesinos.

Alcides fue amenazado por la indeclinable defensa de la gente con quien trabajaba y por la protección de la naturaleza. Sentía temor por su vida, hizo consultas, se le recomendó ausentarse por un tiempo del Bajo Putumayo, permanecer algunos meses en el Chocó, donde tenía grandes amigos, o ir a intercambiar experiencias con los indígenas del CRIC en el Cauca, pero como en un poema que él escribió, señaló:

"... porque para estos hombres (como él) no se conoce descanso ni reposo así es el caminar de los que han hecho camino pero tienen que mejorarlo poco a poco Aquí vamos: ni muertos ni vencidos..."

El 11 de septiembre de 1998, último día de la Semana por la Paz, Alcides sintió la muerte en los talones; lo habían visitado en la mañana unos desconocidos que lo dejaron intranquilo todo el día. Su tradicional alegría había desparecido, la olla común de ese día especial no tuvo en él su tradicional animador, se le sentía ausente.

Su hermano Wilfrido nos describe el momento del asesinato: 

"En la eucaristía de las seis de la tarde, cerca del ofertorio, Alcides comenzó a sospechar de la intención de dos personajes desconocidos, que habían llegado con ponchos blancos y empezó a ponerse nervioso: se quitaba las gafas y las limpiaba, empezó a decir cosas incoherentes y a balbucear. Ya había vertido el vino en el cáliz y lo había dejado sobre la mesa. De pronto uno de los individuos avanzó por el costado izquierdo de la capilla. El padre lo miró y se quedó estático. Más o menos hacia la mitad del recorrido, el sicario desenfundó un arma y le hizo el primer disparo, pero no logró hacer blanco. Evangelina, una de las asistentes, anciana morena que tenía por costumbre cantar en el coro de la iglesia, corrió y trató de interponerse entre el asesino y el padre, siendo alcanzada por un impacto y cayendo malherida. Los disparos seguían. Alcides levanto el misal e intentó protegerse detrás de él... Un disparo alcanzó el cáliz con vino a la mitad, atravesando su empuñadura... Otros disparos alcanzaron el misal que le servía al padre como escudo, destrozándolo parcialmente. Al parecer, ninguno de los disparos hechos en la capilla hicieron blanco en él, que salió corriendo a través de la sacristía al patio interior de la casa cural. Allí, debajo de un árbol de zapote, fue acribillado con dieciocho impactos de bala". 

Todo parece indicar que las FARC no perdonaron a Alcides su crítica franca a los métodos coactivos y de intimidación que este grupo guerrillero imponía a los campesinos de la región. Las FARC nunca reconocieron el asesinato de este líder religioso y social que contaba con todo el cariño de su gente por su entrega, su alegría, su denodada defensa de la naturaleza, su búsqueda de la justicia.

Años después, un discípulo de Alcides, el promotor campesino Eugenio Mejía, fue asesinado frente a su familia por paramilitares, porque exigía respeto para la comunidad donde trabajaba.

Año tras año se celebra en Puerto Caicedo un Festival por la Vida, la Naturaleza y la Solidaridad en memoria y homenaje a Alcides. Los proyectos agroecológicos continúan con vigor y se han extendido a otros municipios de la región.


Jaime H. Díaz A. PhD, PUEBLO DE DIOS: MIRADAS Y CAMINOS Vaticano II y Teología de la Liberación (kénosis)

miércoles, 8 de agosto de 2018

VENEZUELA: UN PAÍS ANESTESIADO


"No hay perspectiva para el futuro y lo más triste es que el pueblo se está acostumbrando a vivir mal”.


"Quería ofrecerles un café, pero hoy no tengo nada". El desahogo es de una madre al recibir visita en su casa en la región de Barlovento, Estado de Miranda, en Venezuela. La situación económica, política y social del país es tan complicada que resulta difícil entender. Con amplios poderes, el gobierno de Nicolás Maduro, siguiendo a su mentor, Hugo Chávez, controla todas las instituciones e impone su ideología. Tal vez por eso hay personas que todavía defienden la Revolución Bolivariana. Sin embargo, crecen las críticas, no sólo de la oposición, sino también en sectores de la izquierda y entre la población en general que más sufre las consecuencias de una gestión económica desastrosa.

"No hay perspectiva para el futuro y lo más triste es que el pueblo se está acostumbrando a vivir mal. Venezuela es un país anestesiado por un conformismo generalizado". Este análisis del monseñor Adán Ramírez, Canciller de la Curia en Caracas, revela el estado general de ánimo.

A pesar de todo, hay gente esperanzada en un cambio a corto plazo, pero falta un líder para canalizar esa esperanza en un proyecto alternativo. La última manifestación de la población ocurrió entre mayo y julio de 2017 cuando fuerzas militares reprimieron con violencia prendiendo más de 300 personas. Otros 115 manifestantes fueron muertos.

La situación ya precaria viene empeorando con mucha rapidez. Aunque el país tiene grandes reservas de petróleo, la hiperinflación ha hecho que la economía sea inviable. Para tener una idea, el salario mínimo es de 3 millones de bolívares (equivalente a 1 dólar) sumando el cestaticket de alimentación, el valor sube a 5 millones de bolívares (alrededor de 1,50 dólares). Sin embargo, 1 kg de pollo cuesta 4 millones; 1 kg de carne 8 millones; 225 gramos de leche en polvo: 2,8 millones. Por otro lado, 1 litro de gasolina común cuesta sólo 1 bolívar. Para adquirir la canasta básica alimenticia se necesitan 620 salarios mínimos.

Cada dos o tres meses, el gobierno ofrece a las familias censadas una caja de comida por medio de los CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción), que incluye 2 kg de arroz, 2 kg de azúcar, 3 kg de harina y 1 litro de aceite, en ocasiones un  1kg de fríjol.

La corrupción y la escasez de productos de primera necesidad afectan a la población que ya sufre la falta de electricidad, agua, gas, transportes, medicamentos y servicios públicos. Sin perspectiva de empleo millones de venezolanos emigraron, especialmente los jóvenes y profesionales. Casi todas las familias tienen alguien en el extranjero. Muchos padres parten dejando a los niños con los abuelos o tíos.

Para el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, arzobispo de Mérida y administrador apostólico de Caracas, el país está sin fuerzas para reaccionar. "Los partidos de oposición están inhabilitados, los principales líderes están presos o han tenido que huir hacia el exterior. Las instituciones son controladas por el gobierno que también domina la economía. El miedo es grande, sobre todo entre la juventud que anda desilusionada". El Cardenal Baltazar destaca el desafío para la Iglesia: "reanimar la esperanza y la fe del pueblo para que crea en una salida, además de trabajar el odio de las personas fruto de la vida polarización acentuada".

Venezuela tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, pero ese es el único motor de la economía, representando más del 95% de los ingresos de exportación. En 2014, el barril de petróleo se negociaba a 115 dólares. Hoy, se estima en 70 dólares el barril, después de caer a 26 dólares en 2016. El gobierno de Maduro acusa a la “burguesía” de montar una estructura económica que no favorece el desarrollo. Otro enemigo siempre citado en las explicaciones del presidente son los Estados Unidos, que interfieren para desestabilizar.


EL IMC EN VENEZUELA

En Venezuela actualmente trabajan 13 misioneros de la Consolata en Barlovento (Panaquire, El Clavo, Tapipa), en la Arquidiócesis y ciudad de Barquisimeto con un Centro de Animación Misionera, en el Vicariato de Tucupita entre los indígenas Warao (Tucupita y Nabasanuka), y en Caracas, sede de la Delegación, con el seminario Propedéutico y Filosófico y la Parroquia de Carapita, en la periferia.

Además de ir al encuentro de las necesidades materiales, los misioneros se preocupan en mantener viva la esperanza del pueblo siendo presencia de consolación espiritual.

Los padres kenianos, Charles Gachara Munyu y Silvanus Ngugi Omuono, pastorean tres parroquias en Barlovento, en la diócesis de Guarenas, región a 100 kilómetros de Caracas controlada por grupos armados que operan con impunidad en las zonas “hampa”, sin la presencia del Estado. Los misioneros explican que para visitar las 36 pequeñas comunidades deben avisar a los jefes de los grupos para no correr riesgos.

La carretera nacional que da acceso a Tapipa, Panaquire, y El Clavo, también es controlada. "Con frecuencia somos parados por los" malandros "(como son llamados los muchachos) que amenazan y llevan objetos de valor", cuenta P. Silvanus. Él ya tuvo el arma apuntada en la cabeza cuatro veces, en una de ellas estaba con el obispo. "Pensé en dejar el país, pero no vine aquí para mi seguridad. Creo que fue Dios quien me envió y por eso Él me va a proteger. Viendo la situación del pueblo y sintiendo que aprecian nuestra presencia retomo el coraje para seguir", testimonia el padre. "Cuando asumimos la misión tenemos que dejarnos guiar por el Espíritu, tener un corazón abierto al pueblo, aprender de la realidad para contribuir con lo que tenemos. Nuestra cultura es diferente, pero la contribución que damos es crear y formar las comunidades de base que en Kenia son fuertes".

Esta es la principal solicitud de los líderes según destaca el catequista de Panaquire, Frank Rondón. "Necesitamos formar ministros de la Palabra y de la Eucaristía, catequistas y capacitar a otros líderes para asumir los trabajos en las comunidades y no depender en todo de los sacerdotes".
En la diócesis de Guarenas existen cinco parroquias sin párrocos y los misioneros de la Consolata que ya cuidan de tres estudian la posibilidad de asumir una cuarta parroquia en Caucagua a 15 km de Tapipa.

PASTORAL AFRO

En Barlovento la población es afroamericana. “Después de más de 30 años de presencia podemos enfatizar lo específico: la Pastoral Afro”. Es necesario crear conciencia de que ser afro tiene su valor e integrar eso en la vivencia de la fe cristiana con incidencia en la sociedad, en la política, educación y salud", destaca P. Charles, que es maestro en Teología Bíblica. "Este es un proceso lento, pero hay que hacer alianza con otras organizaciones para lograr los derechos. Por muchos años, la Iglesia no reconoció la identidad afro del pueblo. Nuestra presencia es signo de esperanza, pero todavía tenemos que trabajar las resistencias ", observa el misionero, en el país desde 2002.

Los misioneros no sólo piensan en los sacramentos. "No importa si vamos a celebrar misas o simplemente hacer una visita. El hecho de pasar en la calle para que nos vean ya es suficiente para decir que no están solos. El pueblo valoriza mucho la amistad", complementa a P. Charles.

Edwin Ruiz, uno de los coordinadores de la Pastoral Afro, explica que “el objetivo es rescatar la identidad y los valores de la cultura que a lo largo de la historia han sido negados. Para ello, es necesario trabajar la inculturación del Evangelio”. P. Silvanus recuerda un pequeño ejemplo, pero de fuerte poder simbólico. “El mismo toque de la campana que en el pasado se utilizaba para avisar la huida de un esclavo, nos sirve hoy para invitar al pueblo negro a participar en las celebraciones". La campana continúa en la torre de la Iglesia, pero pasaron a usar la música.

La tierra es rica en producción de cacao, que sería un potencial económico para las familias, si no fuera por la imposición de precios bajos por parte del gobierno volviendo inviable el comercio. “La calidad de la educación se está deteriorando, muchas escuelas han sido cerradas y los jóvenes no están recibiendo formación profesional”, lamenta Edwin Ruiz y complementa: "Muchas familias con niños no cuentan con la presencia del papá, acaban en la calle donde están sujetas a la violencia, pobreza y delincuencia. Nuestra lucha es por la vida, contra las drogas, el alcoholismo, la inseguridad”.

SER SIGNOS DE CONSUELO

En visita a Venezuela, P. Stefano Camerlengo, Superior General IMC, dejó tres palabras de aliento a los líderes. “El consuelo: que no es una idea, una política, sino Jesucristo Salvador; Comunión: la comunidad no es solamente el sacerdote, sino todos los que viven y trabajan por valores comunes; Liberación: como insiste el Papa Francisco, una Iglesia en salida significa que no debemos rezar solamente entre nosotros, que  necesitamos salir para encontrar e incluir a otros en el anuncio del Evangelio que es alegría y salvación para todos”.

El pueblo recuerda con cariño a todos los misioneros de la Consolata que en los últimos 30 años han trabajado en la región. Para la catequista Alejandrina Pimentel, “cada uno con su manera contribuye con su carisma. Buscamos comprender a todos. Voy a la Iglesia por mi fe y no por el padre”, observa. Pedro Vamonde ve la importancia de dar continuidad al trabajo. “La cercanía con los misioneros nos ayudó a cambiar. La Iglesia somos nosotros y necesitamos contribuir más para sostenerla”.

Los misioneros de la Consolata se establecieron en Venezuela en 1971 con el P. Giovanni Vespertini, en la diócesis de Trujillo. Con la llegada, en 1974, del P. Francesco Babbini y otros misioneros, extendieron la presencia en la Arquidiócesis de Caracas. La delegación IMC Venezuela fue creada en 1982. Las misioneros de la Consolata también tienen tres comunidades en el país, en Caracas, Puerto Ayacucho y Tencua.

Texto y fotos: Jaime C. Patias, IMC, Consejero General para América