Hace 3 años, el Padre Ferney de Jesús Nican, párroco de
Nuestra Señora de Fátima en Puerto Ospina, misionero de la Consolata se
encuentra cerca del río Putumayo que desemboca en el Amazonas en Colombia, dentro
del Vicariato Apostólico de Puerto Leguizamón-Solano. La parroquia atiende
aproximadamente a veintisiete comunidades todas ubicadas a lo largo del río
Putumayo. Por lo tanto, para visitar a cada una de ellas no se va por
transporte terrestre, sino con el
deslizador (línea de transporte fluvial) dado que las distancias están muy
retiradas y el costo de la gasolina,
elevado. Por ello, las visitas pastorales son limitadas.
El párroco recibió a dos misioneros para acompañar a los pueblos Murui Muina y Piñuña Negro.
El Padre Alain Forcier de Canadá, misionero de la
Consolata, dio un gran testimonio de amor a la misión, después de sólo 8 meses
de una cirugía de corazón abierto en Montreal. Tiene gran experiencia con los
diferentes grupos nativos de la Amazonía colombiana y ecuatoriana, sobre todo
con los pueblos indígenas Murui, Quechua, Shuar, Cofanes, entre otros. Junto con el misionero mexicano integrante de
la comunidad apostólica de Cali (CAF-CALI) realizaron la misión de Navidad 2019
en los pueblos nombrados.
Oneida, una mujer indígena, salió de la selva y fue a la capilla para la novena al niño Dios,
después de la reflexión sobre el pobre. Al finalizar la ceremonia todos
salieron, y ella quedó última, avanzando con gran dificultad. Sus pies pequeños
estaban deformes y se arrastraba
dolorosamente. Presenta un problema que lleva por muchos años, causada por la
fiebre de la selva que la afectó desde su niñez. Su actitud conmovió a todos y frente a esa terrible
realidad surgió el compromiso buscar
a quién pudiera colaborar con una silla
de ruedas. Ella lo necesita, pero desde hace muchos años le faltó ayuda.
PUEBLO MURUI MUINA
Se realizó la visita al pueblo Murui Muina, y realmente
fue sorprendente cómo todos los nativos, salían de la selva camino hacia la
gran Maloca y desde ahí llamaron al cacique, anciano jefe máximo de la
comunidad ancestral para que diera la
bienvenida. Saludó con entusiasmo y dijo
“ya están en casa” en su idioma nativo. Cuando el grupo entró al lugar más
sagrado, explicó sobre las diferentes fiestas, danzas ancestrales como el de la
culebra y el de la luz, dando sus
significados. Un gesto que llamó la
atención fue el despertar de los espíritus ancestrales que consiste en que el anciano
en el centro de la Maloca golpea con
energía para convocarlos.
Al finalizar el encuentro, el pueblo agradeció entregando ofrendas espirituales y
materiales, sus cosechas y lo mejor que produce la selva, con mucho respeto y gratitud. Uno de los dos
misioneros les dijo “Él que lo ve todo, les siga bendiciendo por tan grande
generosidad”. Un pueblo que, desde sus raíces,
su espiritualidad, y su cultura sigue
evangelizando. Dios no se cansa de
llevarnos al Evangelio.
HOMBRE SALIDO DE LA MADRE TIERRA
Murui Muina significa “hombre salido de la madre tierra”
en el idioma nativo del Pueblo. Dentro de este territorio conviven campesinos y afros. Algunos llegaron
huyendo de la guerra o de la violencia que padecen todavía.
La situación actual de las comunidades marcadas por la tragedia
es muy dramática. Muchos de los habitantes son refugiados de la guerra.
Actualmente, están divididos por dos grupos tanto el de las FARC disidentes que
no aceptaron el proceso de Paz en Colombia, y la Mafia “grupo de
narcotraficantes”. Situación que tanto
el ejército como la Marina tratan de controlar, resguardando la zona con mayor
atención. Son realidades que, al encarnarse con los más pobres, sufren necesidades básicas, pero también de
reconciliación y paz, que disfrutaron con la misión de hoy y por unos momentos
olvidaron todo tipo de agresiones vigentes cada día.
Desde el corazón de la selva amazónica colombiana, junto al
pueblo Murui Muina, donde se advirtió la radicalidad del Evangelio, la espiritualidad de las persona conmueve y
sirve de ejemplo. Tuvimos la oportunidad de probar algunas comidas exóticas, como:
Tortugas, llamadas Charapas y Armadillos o Zainos, los cerdos de la selva, entre otros.
La misión comenzó en el pulmón del mundo y los corazones se abrieron a nuevas vivencias. Fue
una notable experiencia misionera ver cómo Dios se muestra a través de las
comunidades nativas. Es la verdadera misión amazónica entre los privilegiados
de Jesús, el misionero del Padre. Un estilo de vida que debemos hacer nuestro
ya que es el Evangelio Sine Glosa.
Terminamos
nuestra misión de Navidad con la Celebración de la Eucaristía, una celebración
cargada de simbolismo. Minutos antes de la Eucaristía, el cacique anciano dio
el toque del Manguaré (teléfono ancestral). Prosiguieron las danzas con cantos propios y sus rituales con la intervención de los
niños. El cacique dio un saludo y unas
palabras de bienvenida en su lengua. Después de la Eucaristía manifestó su
agradecimiento, con gran respeto, a los misioneros de la Consolata que llevan
años trabajando con ellos.
JESÚS CON ROSTRO AMAZÓNICO E INDÍGENA
Desde el corazón de la selva amazónica colombiana podemos
contemplar un pesebre excepcional. Jesús nació en una Maloca con rostro amazónico.
Sin energía, ni luces, ni ofrendas, ni villancicos. Los regalos fueron: yuca,
plátano, maní, chontaduro, llame, batata, entre otros. La Virgen María llevaba
vestimenta del pueblo Murui al igual que San José; los reyes no se perdieron en
la selva, llegaron sin adornos, ni turbantes, con corona de plumas de aves
lugareños. Tampoco utilizaron camellos, arribaron en canoa, remando. El niño
nació en canasta de plumas, sonriendo de alegría para el mundo entero. Fue
cubierto de hojas de palmas de canambo y brilló bajo un cielo estrellado,
acompañado del silencio armonioso de la Amazonía.
De esta manera, Dios se encarnó en la realidad del pobre
para hacernos participar de su bondad. Ante nosotros, el niño Jesús, nacido en
medio de la Maloca del pueblo Murui, como un privilegiado y misionero del Padre
Dios. Esta celebración fue organizada con la máxima autoridad responsable de la
comunidad aborigen que compartió, generosamente, sus costumbres y rituales en
una Navidad diferente: sencilla y profunda.
PIÑUÑA
NEGRO
Finalmente,
se celebró la Navidad con el pueblo de Piñuña negro, comunidad integrado por
Indígenas, campesinos y afros. Durante la celebración se llevó a cabo unos
bautismos, presididos por el Padre
Alain, acompañado por el misionero Elmer Peláez integrante de la CAF-CALI.
El servicio al pueblo pobre y humilde nos dio a entender el sentido profundo de la Navidad.
Les deseamos desde el corazón sagrado de
la maloca que Dios
los llene de Paz. Feliz y Santa Navidad
entre los privilegiados de Jesús, el misionero del Padre.
Por Elmer Peláez Epitacio IMC.