martes, 24 de diciembre de 2019

JESÚS NACIÓ EN UNA MALOCA CON ROSTRO AMAZÓNICO

Hace 3 años, el Padre Ferney de Jesús Nican, párroco de Nuestra Señora de Fátima en Puerto Ospina, misionero de la Consolata se encuentra cerca del río Putumayo que desemboca en el Amazonas en Colombia, dentro del Vicariato Apostólico de Puerto Leguizamón-Solano. La parroquia atiende aproximadamente a veintisiete comunidades todas ubicadas a lo largo del río Putumayo. Por lo tanto, para visitar a cada una de ellas no se va por transporte terrestre, sino  con el deslizador (línea de transporte fluvial) dado que las distancias están muy retiradas  y el costo de la gasolina, elevado. Por ello, las visitas pastorales  son limitadas.  El párroco recibió a dos misioneros para acompañar  a los pueblos Murui Muina y Piñuña Negro.

El Padre Alain Forcier de Canadá, misionero de la Consolata, dio un gran testimonio de amor a la misión, después de sólo 8 meses de una cirugía de corazón abierto en Montreal. Tiene gran experiencia con los diferentes grupos nativos de la Amazonía colombiana y ecuatoriana, sobre todo con los pueblos indígenas Murui, Quechua, Shuar, Cofanes, entre otros.  Junto con el misionero mexicano integrante de la comunidad apostólica de Cali (CAF-CALI) realizaron la misión de Navidad 2019 en los pueblos nombrados.

Oneida, una mujer indígena, salió de la selva y fue  a la capilla para la novena al niño Dios, después de la reflexión sobre el pobre. Al finalizar la ceremonia todos salieron, y ella quedó última, avanzando con gran dificultad. Sus pies  pequeños  estaban deformes y se  arrastraba dolorosamente. Presenta un problema que lleva por muchos años, causada por la fiebre de la selva que la afectó desde su niñez.  Su actitud  conmovió a todos y frente a esa terrible realidad  surgió el compromiso   buscar a quién pudiera  colaborar con una silla de ruedas. Ella lo necesita, pero desde hace muchos años  le faltó ayuda.

PUEBLO MURUI MUINA

Se realizó la visita al pueblo Murui Muina, y realmente fue sorprendente cómo todos los nativos, salían de la selva camino hacia la gran Maloca y desde ahí llamaron al cacique, anciano jefe máximo de la comunidad ancestral  para que diera la bienvenida. Saludó con entusiasmo y  dijo “ya están en casa” en su idioma nativo. Cuando el grupo entró al lugar más sagrado, explicó sobre las diferentes fiestas, danzas ancestrales como el de la culebra y el de la luz, dando  sus significados. Un gesto que  llamó la atención fue el despertar de los espíritus ancestrales que consiste en que el anciano  en el centro de la Maloca golpea con energía para convocarlos.

Al finalizar el encuentro, el pueblo  agradeció entregando ofrendas espirituales y materiales, sus cosechas y lo mejor que produce la selva,  con mucho respeto y gratitud. Uno de los dos misioneros les dijo “Él que lo ve todo, les siga bendiciendo por tan grande generosidad”. Un pueblo que, desde sus raíces,  su espiritualidad,  y su cultura sigue  evangelizando. Dios no se cansa de llevarnos al Evangelio.

HOMBRE SALIDO DE LA MADRE TIERRA

Murui Muina significa “hombre salido de la madre tierra” en el idioma nativo del Pueblo. Dentro de este territorio  conviven campesinos y afros. Algunos llegaron huyendo de la guerra o de la violencia que padecen todavía.

La situación actual de las comunidades marcadas por la tragedia es muy dramática. Muchos de los habitantes son refugiados de la guerra. Actualmente, están divididos por dos grupos tanto el de las FARC disidentes que no aceptaron el proceso de Paz en Colombia, y la Mafia “grupo de narcotraficantes”.  Situación que tanto el ejército como la Marina tratan de controlar, resguardando la zona con mayor atención. Son realidades que, al encarnarse con los más pobres,  sufren    necesidades básicas, pero también de reconciliación y paz, que disfrutaron con la misión de hoy y por unos momentos olvidaron todo tipo de agresiones  vigentes cada día.

Desde el corazón de la selva amazónica colombiana, junto al pueblo Murui Muina, donde se advirtió la radicalidad del Evangelio,  la espiritualidad de las persona conmueve y sirve de ejemplo. Tuvimos la oportunidad de probar algunas comidas exóticas, como: Tortugas, llamadas Charapas y Armadillos o  Zainos, los  cerdos de la selva, entre otros.

La misión comenzó en el pulmón del mundo y los  corazones se abrieron a nuevas vivencias. Fue una notable experiencia misionera ver cómo Dios se muestra a través de las comunidades nativas. Es la verdadera misión amazónica entre los privilegiados de Jesús, el misionero del Padre. Un estilo de vida que debemos hacer nuestro ya que es el Evangelio Sine Glosa.

Terminamos nuestra misión de Navidad con la Celebración de la Eucaristía, una celebración cargada de simbolismo. Minutos antes de la Eucaristía, el cacique anciano dio el toque del Manguaré (teléfono ancestral). Prosiguieron las danzas  con cantos propios  y sus rituales con la intervención de los niños. El cacique dio  un saludo y unas palabras de bienvenida en su lengua. Después de la Eucaristía manifestó su agradecimiento, con gran respeto, a los misioneros de la Consolata que llevan años trabajando con ellos.

JESÚS CON ROSTRO AMAZÓNICO E INDÍGENA

Desde el corazón de la selva amazónica colombiana podemos contemplar un pesebre excepcional. Jesús nació en una Maloca con rostro amazónico. Sin energía, ni luces, ni ofrendas, ni villancicos. Los regalos fueron: yuca, plátano, maní, chontaduro, llame, batata, entre otros. La Virgen María llevaba vestimenta del pueblo Murui al igual que San José; los reyes no se perdieron en la selva, llegaron sin adornos, ni turbantes, con corona de plumas de aves lugareños. Tampoco utilizaron camellos, arribaron en canoa, remando. El niño nació en canasta de plumas, sonriendo de alegría para el mundo entero. Fue cubierto de hojas de palmas de canambo y brilló bajo un cielo estrellado, acompañado del silencio armonioso de la Amazonía.

De esta manera, Dios se encarnó en la realidad del pobre para hacernos participar de su bondad. Ante nosotros, el niño Jesús, nacido en medio de la Maloca del pueblo Murui, como un privilegiado y misionero del Padre Dios. Esta celebración fue organizada con la máxima autoridad responsable de la comunidad aborigen que compartió, generosamente, sus costumbres y rituales en una Navidad diferente: sencilla y profunda.

PIÑUÑA NEGRO

Finalmente, se celebró la Navidad con el pueblo de Piñuña negro, comunidad integrado por Indígenas, campesinos y afros. Durante la celebración se llevó a cabo unos bautismos,  presididos por el Padre Alain, acompañado por el misionero Elmer Peláez integrante de la CAF-CALI.

El servicio al pueblo pobre y humilde  nos dio a entender el sentido profundo de la Navidad. Les deseamos desde el corazón  sagrado de  la maloca  que Dios  los llene  de Paz. Feliz y Santa Navidad entre los privilegiados de Jesús, el misionero del Padre.

Por Elmer Peláez Epitacio IMC.