En el marco del aniversario No. 70 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas y el Decenio Internacional para las Personas de Ascendencia Africana (2015-
2024), fuimos convocados por la UNESCO para reflexionar sobre los impactos socioculturales y
psicológicos de las traumas que aún afectan la vida de la población afro tanto en el áfrica como
en diáspora. De manera particular,
se buscó hacer un acercamiento a
los últimos hallazgos sobre este
tema y sobre los medios para
enfrentar y superar los legados de
esta historia.
Para ello, la UNESCO convocó a 28
delegados y delegadas de África,
América y Europa para que de
manera conjunta pudiéramos
abordar el tema y dejar sobre la
mesa una ruta de navegación para
las eventuales los eventuales
trabajos que la ONU llevaría al cabo
en su agenda dentro de decenio.
Los hallazgos científicos ponen en evidencia el dolor y las
secuelas tan profundas estamos comunidades encarnan y
donde cada vez más se hace relevante encontrar maneras de
llevarles la verdadera consolación.
Tuve la oportunidad de visitar el monumento que encierra el cementerio más grande en los Estados Unidos
donde los africanos esclavizados y sus descendientes fueron sepultados entre los años 1630s y 1795, en la
ciudad de Nueva York. Se trata de un hallazgo muy reciente (1991) donde al comenzar una obra de construcción
los obreros encontraron una suma increíble de 15. 000 esqueletos enteros de estos hermanos y hermanas
nuestras.
Los estudios realizados por los historiadores, arqueólogos, medicina legal y antropólogos
sobre estos restos
igual que muchas otras investigaciones dan resultados aterradores sobre el estilo de vida que llevaron los
negros en diáspora durante cuatro siglos.
Todo ello redunda en que tenemos que ir más allá de lo que vemos en los
rostros de estos hermanos y hermanas nuestros.
El arraigo epigenético de la trauma demuestra que existen efectos
biológicos, psicosociales, culturales, emocionales, de comportamiento e
inclusive espirituales que de forma heredaría viene afectando estas
poblaciones.
Hemos aquí entonces un gran desafío de buscar herramientas adecuadas
para que desde nuestra misión podamos contribuir ante un desafío tan
grande.
Valga la pena valorar el trabajo tan importante que hace nuestro hermano
el P. Leonel Narváez cuyo trabajo desde las Escuelas de Perdón y
Reconciliación fue recomendado entre otros para los intentos de
acompañar a estos pueblos.
P. Venanzio Mwangi Munyiri IMC
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